El ilimitado cuadro de honor de la Corsa Rosa ha sido llenado por otro fenómeno, por un corredor que ya está en la historia del deporte, porque sólo Gino Bartali, Eddy Merckx y Felice Gimondi antes que él fueron capaces de ganar Giro y Tour antes de los 25 años.
“La Maglia Rosa es especial y el Giro de Italia la carrera más bonita del mundo. No puedo creer que lo haya ganado“, dijo Bernal justo antes de levantar el Trofeo Senza Fine. Todo el mundo en la Piazza Duomo estaba animando, los colombianos eran obviamente imparables, pero también los italianos, que se sienten como los padres adoptivos de esta maravilla. Por otra parte, un joven con el maillot amarillo que a los 22 años, en el podio de los Campos Elíseos de París, dice “¡Gracias Italia!” por haberle acogido y haberle hecho convertirse en un verdadero corredor, sólo puede convertirse en un ídolo para las multitudes del Bel Paese.
Bernal era un as del MTB en Colombia y fue reportado al cazatalentos Paolo Alberati por el CT de las ruedas gordas nacionales colombianas, otro italiano, Andrea Bianco. Así, un Bernal de 19 años aterrizó en Sicilia en 2016, vivió unas semanas en casa de Alberati, firmó su primer contrato profesional con el Androni Giocattoli y se trasladó al Piamonte, en Buasca (Turín), donde Gianni Savio y Giovanni Ellena sentaron las bases para convertirlo en el destacado corredor que es hoy.
Por todo ello, verle exultar y emocionarse en la Piazza Duomo es lo más bonito que podía haber para el final de este Giro de Italia.
Y pensar que antes de la carrera había tantas incógnitas sobre su estado físico, sobre la espalda que le había atormentado en 2020 y a principios de este año. De hecho, tras el inesperado sufrimiento en la subida de Sega di Ala, se temía que el dolor hubiera vuelto. Pero no, Bernal respondió como un campeón, no sólo por sus piernas sino también por su lucidez, apoyado por un equipo que volvió a disfrutar dominando, a pesar de perder a Pavel Sivakov en las primeras etapas.
Cuando ganó su primera etapa en Campo Felice, llevándose la Maglia Rosa, rompió a llorar de emoción. Cuando conoció y abrazó a la madre de Marco Pantani hizo llorar a todos. Cuando, bajo una tormenta, remontó en solitario el Giau y, a pocos metros de la meta, perdió tiempo y se arriesgó a quedarse atascado sólo para quitarse la capa y mostrar con orgullo la Maglia Rosa, encendió el entusiasmo de los aficionados y levantó una jornada un poco melancólica por la cancelación de Fedaia y Pordoi, como sólo saben hacer los ciclistas predestinados.
No hay duda, el Giro de Italia ha encontrado un ganador de prestigio, de los que adornan el cuadro de honor y que no se olvidan pronto.