Siempre defenderé el legítimo derecho a la protesta pacífica, que está consagrado en la Constitución política, el cual se ha convertido en un valioso mecanismo de participación ciudadana. Sin embargo, el vandalismo y la violencia que se introduce en medio de las manifestaciones para desvirtuar la movilización y su propósito, siempre tendrá mi rechazo rotundo. Ese nunca será el camino correcto para direccionar a nuestro país.