También elegimos a Juan Manuel Ospina como presidente y a Jorge Enrique Robledo como candidato presidencial. Y se ratificó hacer parte de la Coalición por la Esperanza, que presentará listas únicas al Congreso en marzo de 2022 y escogerá un candidato o candidata para ganar la jefatura del Estado y cambiar las pésimas orientaciones del gobierno de Iván Duque.
Muy bien ha caído DIGNIDAD, tanto entre quienes venimos del Polo como de otros sectores, porque sus criterios apuntan a ganar la dignidad que de tantas maneras hace falta en Colombia.
Aunque a algunos promotores de DIGNIDAD nos ha ido bien en la vida o no sufrimos tanto como tantos compatriotas, consideramos falso que el país iba bien antes de la pandemia y que “tan de malas el doctor Duque (…), pero que la recuperación ya va como un tiro”.
Nos une nuestro rechazo a que Colombia esté tan mal, y empeorando, y no porque los colombianos –asalariados, trabajadores independientes, incluidos campesinos e indígenas, y empresarios– sean brutos, ignorantes o vagos o porque carezcamos de recursos naturales, sino por haber sido gobernados por roscas que no se han propuesto desarrollar de verdad el país, sino apenas unos pedacitos, en unos aspectos y excluyendo a muchos colombianos.
No hacemos política para montar un nuevo combo que gobierne como los que ahora mandan, para que nos exima a nosotros y a unos compinches de los efectos del mal gobierno. Tenemos decidido actuar como servidores públicos que buscamos el bien común. Y no comulgamos con que en política todo vale: ninguna corruptela ni matonería es bienvenida en DIGNIDAD ni manipularemos en nuestro provecho instigando peleas de perros y gatos.
Luchamos por derrotar el “Vote por Fulano, que roba pero hace”. Porque sí roban pero además no hacen, más allá de repartir unos mendrugos, dar unos puestos y hacer unas obras que utilizan para perpetuar políticas tan erradas que ni siquiera les permiten a los colombianos trabajar, aunque el trabajo es –en la industria, el agro y los demás sectores– la fuente del ciento por ciento de la riqueza individual y nacional y de todo progreso.
Estamos por relacionarnos con todos los países, pero no para repetir como loros lo que imponen unos organismos que se definen como “internacionales” y que en realidad les sirven a unas pocas potencias, que nos exigen hacer lo contrario de lo que ellas han hecho para desarrollarse. No nos proponemos estatizar la economía. Pero sí poner el Estado al servicio del progreso de todos los colombianos y no de un capitalismo de amigotes, rosquero y corrupto, que tiene el objetivo oculto de mantener al país en el subdesarrollo, la escasa generación de riqueza, el desempleo, la pobreza y la desigualdad social.
Promovemos cambios democráticos en educación, salud y ambiente y luchamos contra el maltrato a las mujeres y demás sectores discriminados y agredidos. Defendemos el derecho ciudadano a organizarse y movilizarse en defensa de sus intereses y derechos. Nos repugnan todos los asesinatos, no promovemos la violencia para tratar las diferencias entre los colombianos y sí el monopolio del Estado sobre la fuerza –legal y democrática–, a la par que defendemos los avances de paz logrados.
También somos un partido sin caudillo, que decide en democracia. Porque aunque así es más difícil decidir, también facilita acertar y promueve que ese acierto se prolongue en el tiempo, requisito para la auténtica prosperidad de los países.
Haremos todos los mejores esfuerzos para hacerle honor a DIGNIDAD, el hermoso y diciente nombre que a conciencia escogimos para este proyecto de cambio democrático de Colombia.