La preocupación sobre el futuro de la producción lechera nacional aumenta con el panorama que nos traza el Tratado de Libre Comercio (TLC), que establece que a partir del 2026, la leche de Estados Unidos podrá llegar al territorio colombiano sin arancel, debido a que finaliza el periodo de desgravación progresiva fijado en el acuerdo binacional, y empeora con el hecho de que en el 2028 se desgravarán los productos lácteos procedentes de la Unión Europea.
No es para menos el reclamo que realizan los ganaderos frente al pronunciado desbalance entre la productividad interna y las importaciones. Las elevadas pérdidas económicas los ha sumido en un estado de indefensión que los mantiene expuestos a una desleal e inequitativa competencia presionándolos a la baja en hasta un 5% del precio final de compra y sometiéndolos a cupos de entrega de un 10% por debajo de su volumen habitual.
Resulta insólito que estando Colombia entre los 10 primeros países productores de leche fresca, con 7.400 millones de litros al año, las importaciones de la industria láctea en el 2020 hayan alcanzado las 73.663 toneladas; mientras las exportaciones solo llegaron a 4.602 toneladas. Una paradoja que evidencia la escasa competitividad del sector lácteo colombiano.
Con un producto importado a precios muy bajos por la ventaja arancelaria y los subsidios que reciben de sus gobiernos, las empresas procesadoras optan por comprar la leche a otros países, afectando la producción local. El alto porcentaje en las importaciones desde Estados Unidos que se presentó durante los primeros días de 2021, alcanzando 89,35% de todo el contingente arancelario, da cuenta del impacto de los TLC en la ganadería colombiana. Con un arancel que pasó del 13,2% del 2020 al 11% para el 2021, y una industria láctea marcando nuevos récords en las cifras de las importaciones la situación es alarmante.
La solicitud de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán) al Ministro de Comercio, Industria y Turismo, José Manuel Restrepo Abondano, para que active la salvaguardia bilateral del TLC con EE. UU. como medida de defensa comercial y de protección a las 320.000 familias ganaderas colombianas que se dedican a la producción de leche, merece ser estudiada a profundidad para que se revise la afectación que está causando la importación. Estamos en una cuenta regresiva para la liberación de los aranceles en productos lácteos importados, y la realidad del sector es cada vez más preocupante.
Otras problemáticas que amenazan a los pequeños y medianos lecheros como la reducción en la demanda, los altos costos de los insumos y el aumento en la productividad del ganado en las temporadas de invierno, también deben ser atendidas para desarrollar al máximo el gran potencial que tiene el sector; fortalecer la producción nacional y elevar su participación en el mercado exportador. La transformación productiva de la actividad depende de todos los actores del mercado, entre ellos; la industria, los importadores, los comercializadores y el Gobierno.
Para afrontar los retos que los TLC producen en el sector es impostergable el diseño de una clara política en la que se mejoren las condiciones de la producción nacional, se ajusten los precios, y estimule una competitividad justa que permita incrementar la comercialización de la leche en el mercado local y extranjero. Dinamizar el sector lechero es clave para garantizar la seguridad alimentaria del país y promover el desarrollo económico y social del campo.