A veces dos gigantes en vez de chocar, se marcan un baile. España y Alemania, Alemania y España, dos campeones del mundo y estandartes del fútbol vertiginoso, presionante y combinativo han acabado por componer una estampa de enorme belleza en su cruce de ambiciones mundialistas.
Llegaban los germanos repletos de urgencias tras su derrota ante Japón con una España más liberada que ha dominado la posesión durante la primera parte con un once calcado al del debut con la única inclusión de Carvajal por Azpilicueta.
La fluidez en los pases y la verticalidad característica de Luis Enrique y los suyos a punto de estaba de dar su fruto a los siete minutos, cuando una combinación entre Gavi y Marco Asensio terminaba en las botas de Dani Olmo para que el egarense soltase un zapatazo repelido por las manoplas de Neuer y la cruceta teutona.
No se arrugaban los de Hansi Flick, quienes avisasaban por medio de Gnabry a los diez minutos y veían cómo el VAR anulaba un gol de Rüdiger por fuera de juego en acción a pelota parada.
Tras la reanudación, Die Mannschaft aumentaba la presión con oportunidad para Kimmich y excepcional respuesta en la estirada de Unai Simón.
Era entonces cuando Luis Enrique echaba mano de Morata, quien volvía a agradecer la confianza con una aparición fulgurante en forma de remate de primeras a asistencia de Jordi Alba para clavar la pelota al fondo de las mallas alemanas.
Los germanos se veían casi fuera del Mundial y en un arranque de orgullo con triple cambio de por medio se lanzaban a tumba abierta por el empate que un destello de Musiala en forma de pase al ariete Füllkrug iban a encontrar a menos de diez minutos del final.
Un despeje de Rodrigo tras carrera de Sané mantenía la incertidumbre al final de unas tablas que ya no se moverían en un escenario que ha reunido a miles de aficionados españoles para dar calor y color a un colosal encuentro de fútbol.