El Acto Legislativo 02 de 2015, también conocido como la Reforma al Equilibrio de Poderes, abrió la puerta para que el candidato que le siga en votos a quien la autoridad electoral declare elegido en el cargo de Presidente, tendrá el derecho personal a ocupar una curul en el Senado; la misma fórmula se aplicará a Ángela María Robledo quien regresará a la Cámara de Representantes por haber ocupado la segunda votación entre las candidatas a la Vicepresidente de la República.
Con más de ocho millones de votos bien pudiera decirse que Gustavo Petro es hoy por hoy el senador más votado en Colombia, suficiente votación para convertirse en el jefe de la bancada de la oposición, y ese, a juzgar por su discurso vespertino del domingo 17 de junio, será el papel que se apresta a jugar en los próximos cuatro años. “Al Senado vamos a volver no a hacer lo que hicimos en el pasado, no a ver cómo se negocian los articulitos, sino para dirigirnos al país y recorrer las plazas públicas”.
Que se reconozca a Petro como jefe de la oposición al gobierno de Iván Duque no será fácil, si algo nos demuestra el reciente debate electoral es que pese a que la inmensa mayoría del Polo Democrático lo apoyó, no todos los lideres de ese partido inclinaron su voto a favor del candidato de la Colombia humana; conociendo su sectarismo, dudo mucho que Jorge Enrique Robledo vaya a considerar a Gustavo Petro el jefe natural de la oposición en Colombia. Como quien dice, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que el que a Robledo acepte y reconozca que Petro será a partir del 7 de agosto el jefe de la bancada de oposición.
Pese a que por primera vez las fuerzas de la izquierda y del centro se expresaron electoralmente en rededor de una figura política, la experiencia nos ha demostrado que al momento de tomar decisiones como las que hay que tomar de cara al 2019, estas fuerzas se fragmentan y es allí donde el interés particular prima sobre el interés general.
Si en política dos más dos fueran cuatro, todo apuntaría a que en el próximo debate electoral las fuerzas del centro-izquierda deberán ganar por lo menos 10 gobernaciones y más del doble de alcaldías empezando por el departamento del Atlántico en donde los resultados de la primera y segunda vuelta de la elección presidencial ponen de presente que no siempre la maquinaria, la mermelada y el clientelismo salen triunfadores.
Las elecciones del 2019 dependerán en gran medida de las cuotas burocráticas que Duque otorgue a sus aliados electorales, en esas designaciones se podrá ver si el Duque hipoteca su gobierno a las maquinarias o si como lo pregonó en campaña se desmarcará de quienes durante años y años han desangrado el erario público. El nombramiento de ministros y de los altos ejecutivos del gobierno será, en mi lectura, el partidor automático de una nueva puja electoral, esta vez por Gobernaciones, Alcaldías, Asambleas y Concejos.
Si Petro acepta tomar posesión de su nuevo cargo de Senador de la República se estrenará el Estatuto de la Oposición; con la reforma del equilibrio de poderes tendrá más herramientas y mejores garantías para convertirse en el gran jefe de la oposición, de ser así, Petro esta en la obligación de liderar esa gran coalición de centro izquierda que impida que ciudades como Barranquilla continúen en manos de las maquinarias, la corrupción y el clientelismo.
Si en verdad no va a ir a dormir a la casa, entonces que venga a Barranquilla a consolidar su electorado, esas 440.000 mil personas que votamos por él sentimos la urgente necesidad de contar con su apoyo para recuperar una ciudad que en menos de un mes demostró -dos veces- en las urnas lo hastiada que está de que se le administre y empreñe como si fuera la supertienda más grande del país.