La grave afectación en la salud que están sufriendo miles de familias colombianas, la muerte de animales silvestres, el irreparable daño en los ecosistemas, las pérdidas de las cosechas, el aumento de la inseguridad alimentaria, los incendios forestales y los disturbios sociales, son solo algunas de las consecuencias de este inclemente episodio de sequía que está generando un gran impacto social, económico y medioambiental. De acuerdo con el Ministerio Vivienda, Ciudad y Territorio, la sequía de este año ha originado afectaciones en 102 municipios del país, en los que se registra algún grado de perjuicio en la prestación del suministro de agua apta para el consumo humano.
Entre los departamentos más afectados en este fuerte verano están: Córdoba, Cesar, Antioquia, Atlántico, Cundinamarca, La Guajira y Santander. Nada más en Córdoba, se mantienen en alerta roja a 17 de sus 30 municipios y pese a ser el primer departamento del país en declarar la calamidad pública, la crisis no para.
El pasado mes de febrero, la Federación Nacional de Ganaderos (Fedegán) alertó que ya son más de 33 mil cabezas de ganado las que han muerto por cuenta de la sequía en los últimos 3 meses, una cifra alarmante que golpea de manera dramática a este gremio. Los reportes de animales silvestres que han muerto en esta temporada, por la falta de agua, también son aterradores; en el Caribe, especies como los monos aulladores se encuentran en peligro por la deshidratación y la ola de calor que los está matando. Por otro lado, en Casanare, tratan de mitigar un poco la problemática, llevando agua en carrotanques a chigüiros, caimanes, aves, venados y otros animales para que sobrevivan ante las duras condiciones de esta sequía.
La gran reducción de los caudales en las fuentes hídricas es una de las fuertes preocupaciones que nos genera esta extensa sequía. En el sur del Atlántico, el río Magdalena registra niveles de 2,25 metros, cifra que no se presentaba desde hace diez años y que tiene en vilo no solo a los pescadores sino también a los habitantes de los municipios ribereños, que obtienen de ahí el agua para sus necesidades básicas.
Otra de las graves consecuencias, es la disminución en los niveles de los embalses, debido a que somos un país que depende en gran medida de las hidroeléctricas para abastecer la mayor parte del consumo de energía, situación que ha sido aprovechada por los generadores hidráulicos, quienes han tomado por costumbre aumentar los precios de energía en bolsa de manera desproporcionada, lo que ha impactado el bolsillo de los usuarios de la Región Caribe.
Con el transcurrir de los días, las cifras de los afectados van en aumento, al igual que el número de agricultores que en las regiones del altiplano cundiboyacense y nariñense y en sectores de Santander y Antioquia, están padeciendo a causa de las fuertes heladas que han quemado sus pastizales y cultivos. No tener una cultura de prevención del riesgo hace que este fenómeno climático sea más difícil de afrontar, nuestras comunidades no se están preparando adecuadamente para hacerle frente a estos cambios drásticos del clima que cada vez son más frecuentes.
Este fenómeno climático extremo no es más que uno de los terribles efectos de la actividad humana que está alterando la composición de la atmósfera mundial. Nuestro planeta nos está exigiendo medidas radicales para atender esta grave problemática que ya no da espera, cada año las sequías vienen con nueva fuerza mostrándonos sus efectos devastadores como consecuencia del cambio climático. La estrategia para mitigar los efectos de las sequías y las heladas debe ser la prevención y planificación.
Los colombianos debemos tomar conciencia y adoptar medidas de eficiencia energética en nuestro día a día como: ahorrar agua, reciclar, reutilizar, desconectar aparatos electrónicos que no estén en uso, apagar los bombillos, sembrar árboles, entre muchas otras cosas que podemos incluir en nuestros hábitos de vida para aportar al cuidado del planeta.
Estamos ante la mayor amenaza para el medio ambiente, nuestra generación tiene el gran desafío de hacerle frente al cambio climático, por eso hoy más que nunca seguiremos defendiendo e impulsando el desarrollo de las energías renovables en Colombia, continuaremos trabajando para que la revolución energética llegue a todo el país como uno de nuestros aportes a la sostenibilidad del planeta.