Además de negarse a considerar el pliego de peticiones, que adaptamos a las condiciones de la pandemia, Cerrejón pretende imponer a sus trabajadores un pesado turno de trabajo, que implica que operemos más horas semanales de las consagradas en la ley. Esta pretensión desconoce estudios previos que demostraron un crecimiento de los riesgos laborales si se aplicaba la fórmula que pretende imponer la compañía presidida por Claudia Bejarano.
Durante los siete días de esta movilización, Sintracarbón le ha demostrado a Cerrejón que mantiene viva su voluntad de llegar a un acuerdo que permita levantar el movimiento, que está amparado por la Constitución y la ley.
Esa voluntad de nuestra organización se puede demostrar en nuestras acciones:
Sintracarbón mantiene abierto un canal de comunicación con el Ministerio del Trabajo, que ha buscado mediar en este conflicto laboral recibiendo un portazo de la multinacional carbonera.
Los dirigentes de nuestra organización participaron con total claridad y sin arrogancias en la audiencia pública convocada por la Comisión Séptima de la Cámara de Representantes, instancia que ofreció mediar en la solución de este conflicto. Cerrejón no asistió.
Nuestra organización acudió a los directivos de Carbones del Cerrejón para buscar resolver la crisis de acceso al agua que creó la compañía al negar atención humanitaria a las comunidades indígenas vecinas a Puerto Bolívar.
Sintracarbón reconoce las dificultades que la huelga trae a los trabajadores directos y la multitud de trabajadores tercerizados de la poderosa mina de La Guajira, así como a nuestras comunidades. Porque las considera, sigue llamando a la poderosa multinacional a una verdadera negociación, en la que se definan garantías de trabajo decente para los trabajadores directos y tercerizados, así como respeto a los acuerdos convencionales vigentes.