Utilizarla es una forma segura para poder seguir llevando una vida de lo más normal y poder seguir disfrutando de los encuentros con amigos, las damas de compañía dominicanas, viajar o visitar a la familia.
Sin embargo, aunque usar una mascarilla facial es un pequeño paso innegociable para ayudar a protegerte a ti y a los que te rodean de la propagación del COVID-19, sigue siendo muy frustrante para aquellas personas que sufren el llamado “acné de la mascarilla”.
Este acné se caracteriza por inevitables granos, bultos y brotes que pueden aparecer después de usar una mascarilla facial de tela y que hoy en día afecta a una gran cantidad de personas.
Por suerte, este problema podría tener una sencilla solución en la mayoría de los casos: lavarse la cara. Suena un poco obvio, pero enjuagar rápidamente la cara con un limpiador cremoso justo después de llegar a casa puede ayudar a frenar esta dolencia.
Origen del acné de la mascarilla
La causa principal del acné de máscara es la fricción mecánica, que, antes de COVID, solíamos ver en personas que llevaban mucho equipo en la cara, como los jugadores de hockey o lacrosse. Aunque las mascarillas no son tan pesadas o voluminosas como los equipos deportivos, ejercen una buena cantidad de fricción cuando se frotan contra la piel. Algo que ocurre de forma habitual cuando nos saludamos con la mascarilla puesta y se rozan nuestras mejillas o tenemos sexo en Santiago de Chile durante un viaje de placer.
Las mascarillas también crean un poco de humedad, lo que puede irritar aún más la piel. El resultado es, básicamente, un caldo de cultivo para los granos, especialmente para aquellas personas que tienen la piel sensible, grasa y/o propensa al acné.
Para curar este tipo de acné una de las formas más sencillas es lavarse la cara e hidratarla dos veces al día: una por la mañana y otra por la noche.
Cómo lavarse la cara sin dañar tu piel
Parece algo básico, pero la gran mayoría de la gente se salta el lavado de cara o sólo lo realiza por la mañana. Y, si es el caso, muchas personas solo se limitan a echarse agua en la cara cuando están en la ducha, sin darse cuenta de que el rostro, en particular, necesita un poco más de cariño.
Pero cuidado, porque igual de perjudicial puede ser no lavarse la cara en absoluto como hacerlo de forma excesiva y sin hidratar, ya que se corre el riesgo de despojar a la piel de su humedad natural.
Un punto intermedio sería realizar un lavado de cara suave con un limpiador sin jabón que mantenga la barrera de la piel y que pueda ayudar a eliminar esa mezcla de sudor, aceites o maquillajes que se esconde bajo la mascarilla. Esto significa que hay que evitar los limpiadores medicinales y optar por algo ligero e hidratante.
La clave, por tanto, está en mantener una rutina de cuidado de la piel todos los días. Levantándose un poco antes, si es necesario, y lavándonos la cara al llegar a casa. Esto ayudará a eliminar todo el sudor y a calmar cualquier irritación, y sólo te llevará 30 segundos como máximo al día.