Luego de la llamada de emergencia a la Policía local y llegar al lugar de los hechos, los oficiales encontraron a un menor tiroteado, el cual fue trasladado a un hospital en estado crítico, y encontraron en una vivienda a cinco cadáveres con heridas de bala.
Al comparecer ante la prensa, el jefe del Departamento de Policía Metropolitana de Indianápolis, Randal Taylor, declaró que fue "el mayor tiroteo con víctimas múltiples en más de una década" que sufrió esa ciudad y fue la muestra de "un tipo diferente de maldad".
"Esta mañana la ciudad de Indianápolis fue blanco de un acto de depravación que se ha vuelto demasiado común en el país y nunca dejará de conmocionar la conciencia", dijo Hogsett al tiempo que agregó que la balacera "ha aterrorizado a la comunidad".
Entretanto, el sargento Shane Foley declaró que "no parecía un acto aleatorio" y añadió que abrieron una investigación sobre el caso, aunque aún no identificaron a los sospechosos ni determinaron los motivos del crimen.
El alcalde de Indianápolis, Joe Hogsett, al pronunciarse al respecto expresó: "quiero que los responsables sepan que todo el poder de las fuerzas del orden locales, estatales y federales irá a por ellos", al tiempo que añadió que se ocuparán del caso "todo el tiempo que haga falta hasta encontrarlos".