En Colombia, el sector plástico genera 1.2 millones de toneladas por año, con ventas aproximadas de $17 billones, entre materia prima y productos terminados, de acuerdo con cifras de la Procuraduría General de la Nación. En estos últimos, los envases y empaques equivalen al 56 %, y los mezcladores, pitillos, platos, cubiertos y similares, son cerca del 3 %.
Si bien es cierto que los objetos fabricados con plástico abarcan un gran espectro, son estos envases plásticos que contienen bebidas –aguas, gaseosas, refrescos, maltas- el nicho que mayores y más firmes acciones requiere en busca de lograr su correcta disposición para aumentar los índices de reciclaje, el indicador que ilustra la conciencia social, el compromiso y respeto de las marcas y de las empresas y la firmeza de gobiernos con las normas y sanciones.
En Colombia, donde la presión por reciclar crece, la pedagogía insiste y las iniciativas se multiplican suceden cosas inexplicables. Por ejemplo, el plástico ámbar en el país se desperdicia. Los recicladores no lo recolectan, porque las plantas recicladoras no lo compran; ¿la razón? Ellas no tienen a quién venderlo. La industria local que fabrica y envasa en PET ámbar reciclable, no utiliza para el proceso PET reciclado; su proceso de fabricación parte de material virgen, engranaje que genera, además de no contribuir con la economía circular, mayores emisiones de Co2.
En el país se producen aproximadamente 18 millones de botellas de malta y/o ámbar al mes. Son cerca de 900 toneladas de plástico que podría reciclarse… muchas botellas de estas terminarán en los vertederos, en los ríos, en el mar. No obstante, el plástico no tiene la culpa; los océanos de plástico en los mares son causados por la irresponsabilidad de los humanos que disponemos mal de estos envases. Urge disponer bien de los envases; de aquellos fabricados con material reciclado (PET) que se pueden reciclar, reciclar y volver a reciclar, proceso que tiene el objetivo de minimizar su impacto en el medio ambiente y reducir el consumo de energía requerido para generar nuevos productos que se fabricarán a partir de plástico reciclado.
Los envases plásticos se pueden reciclar son aquellos que llevan en su parte inferior números de 1 al 6 dentro de un triángulo de flechas, el llamado círculo de Möbius, el símbolo internacional del reciclaje. Estos números corresponden a un tipo de plástico determinado y están basados en el Código de Identificación Plástico con las siglas RIC (en inglés Resin Identification Code), norma impuesta en 1988 por la Sociedad de la Industria de Plásticos de Estados Unidos (Society of the Plastics Industry o SPI) y utilizada en muchos países. Plásticos que se pueden reciclar:
• PET (Tereftalato de polietileno) (1)
• HDPE (Polietileno de alta densidad) (2),
• PVC (policloruro de vinilo) (3).
• LDPE o PEBD (Polietileno de baja densidad) (4)
• PP (Polipropileno) (5)
• PS (Polipropileno) (6).
Los empaques y envases con el número 7 y que se usan para envasar productos químicos, farmacéuticos o insumos industriales son fabricados con otro tipo de polímeros como el Policarbonato o el Acrilonitrilo Butadieno Estireno (ABS), entre otros, y no son reciclables. Si recicláramos y lo hiciéramos bien, si consumiéramos productos de empresas responsables con el medio ambiente, Colombia dejaba de enterrar anualmente 2 billones de pesos en plásticos que se pueden reciclar.
Acoplásticos lidera desde hace casi dos años la campaña “Dale vida al plástico”, que tiene como propósito trabajar sobre las preocupaciones ambientales comunes con la ciudadanía, haciéndoles un llamado al reciclaje bajo el eslogan “El problema no es el plástico, eres tú”, para así resaltar su rol en la sociedad como solución a esta problemática, por medio de la concientización y la mejora en hábitos sobre el correcto manejo de los residuos.
Adicionalmente, la asociación brinda información sobre los beneficios de los productos plásticos, así como la importancia de generar una cultura de uso racional e impulsar la separación correcta desde los hogares.