El pugilista nacido en Turbo (Antioquia) y medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, sostuvo que en el campo aficionado se siente muy bien, pero saltaría al rentado en dos años siempre y cuando le ofrezcan mejores garantías a las que goza en la actualidad.
“Mi gran sueño es la medalla de oro de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Para ello hay que prepararse con todo, y antes que nada están los Panamericanos del año próximo, en Lima”, señaló el carismático boxeador durante la rueda de prensa ofrecida en el auditorio del Centro de Eventos Puerta de Oro, donde funciona el Centro de Medio de los Centroamericanos.
Yubergen apareció con un sombrero vueltiao, muy sonriente, con la cara y el corazón bañado en oro, con esa alegría muy suya, que contagia de inmediato. Dijo que sentía feliz de estar en esta, su segunda casa. “La Costa tiene una significación muy grande para mí. Aquí me arropan de calor humano”, señaló.
“Te voy a hacer una observación como periodista curtido que soy y como padre y amigo: siempre regalas el primer asalto y entras muy lento a las peleas. Eso te puede perjudicar”, le dijo el veterano periodista cubano Roberto Pacheco. Humilde, como siempre, fue la respuesta de Yuberjen: “Voy a trabajar con mi entrenador para corregir ese defecto”.
Cuando se le preguntó cuál había sido el adversario más difícil de los tres que enfrentó en el cuadrilátero del Salón Jumbo del Country Club, no vaciló en responder que todos fueron duros, pero destacó al dominicano Mario Lavegar, al que derrotó por decisión unánime 5-0 la noche del miércoles, en la gran final.
“Fue realmente difícil porque pega fuerte y se mueve mucho”, confesó Yuber.
Finalmente dijo que la medalla de oro en estos Centroamericanos se había convertido en un reto, en una motivación especial desde cuando perdió hace cuatro años con el dominicano Joel De los Santos, en la final de las Justas de Veracruz 2014.