Este es un relato enmarcado con ribetes de susto, y donde ha sentido la solidaridad plena y después la alegría de que todo es mentira.
Al indagarle sobre estos inesperados hechos manifiesta que la primera vez fue bien complicada. “Un muchacho suplantó mi nombre y hasta tenía cédula con mi número. Se hacía pasar por mí y estafó a mucha gente. No sé cómo hizo, pero portaba un carnet de Sayco, ponía serenatas y cantaba mis canciones. Una vez apareció en la televisión”.
De manera repentina hace una parada en el increíble relato propio de una película donde el protagonista se aprovechaba de su ingenio macondiano. Enseguida sonríe y expresa. “Imagínese periodista, que ese muchacho preñó a una hembra haciéndose pasar por mí”.
La muerte de Marciano Martínez, el suplantador, sucedida hace 20 años provocó que todos dedujeran que era el compositor y se regó el comentario. Los medios de comunicación dieron a conocer la noticia hasta que todo se aclaró con el correr de las horas cuando apareció el verdadero”.
“Lo que no se aclaró fue que yo aparecía muerto por aquello de la cédula que tenía el muchacho a quien no conocí. Después de tener problemas en las entidades bancarias, con la Registraduría Nacional del Estado Civil e incluso ser detenido en varias ocasiones por la Policía, pude aclarar que estaba vivo, componiendo y cantando”, agregó.
La segunda vez fue cuando un homónimo murió en un accidente y la tercera hace pocos días al fallecer un adulto mayor natural de Los Haticos, La Guajira, quien tenía su mismo nombre. “Es verdad, me llamaron para preguntarme si estaba muerto. Me llamaban llorando y después que comprobaban que era yo, volvían a llorar de alegría”.
Sabiendo que estaba más vivo que nunca y con buena salud debido al cuido que ha tenido, continuó diciendo. “En tres ocasiones me ha pasado y ahora con las redes sociales vuela más rápido. Comprobé que no sufro del corazón y además que tengo mucha gente que me quiere. Algo que uno no alcanza a dimensionar”.
Pensó un instante y recalcó. “Dicen los abuelos que cuando anticipan la muerte de una persona es que tendrá larga vida, y me estoy dando cuenta que es así. Tengo mucha confianza en Dios”.
Sin mucha prisa regresó a la historia. “Esta vez me llamaron más que las anteriores y a veces no alcanzaba a contestar para decir que la muerte no estaba conmigo. Pensando en esto quiero hacer un canto para darle gracias a Dios por la vida”.
En ese instante Marciano Martínez, reflexionó sobre un tema de su paisano Diomedes Díaz, llamado ‘Bendito sea Dios’ y que cae justo al momento que vivió. “Yo me he puesto a pensar que en este mundo, la vida se transforma en un momento, y a medida que va pasando el tiempo, son distintas las cosas para uno”.
Tampoco lo ha matado el amor
Estando cerca de la muerte por las malas lenguas, como dijo de manera jocosa, se acordó que tampoco ha muerto de amor, debido a que ha puesto su memoria a darse una vuelta agarrada de bellos versos donde expone que las lágrimas, las decepciones, las soledades y los recuerdos no lo han podido vencer.
Sin hacer pausa se acordó de aquella paisana que lo dejó en el camino cuando las ilusiones estaban en línea recta. Entonces buscó la opción de decirle en la voz de Diomedes Díaz: “Para qué me quieres culpar, si tú eras para mí como agua pa’l sediento. Acaso no recuerdas ya que me sentí morir sin la miel de tus besos, pero una vez te vi partir no lo pude evitar, me quedé en el intento. Dejaste de ‘regá’ el jardín y en él no quedan ya sino pétalos muertos”.
De esta manera no quedó nada de ese amor tan grande que se lo confesó en la canción ‘Amarte más no pude’, donde también le recalcó que lo suyo era sentimiento puro hasta sentir llevarla como la sangre en sus venas.
Sin punto aparte en una larga reflexión cantada también contó que había jugado con el amor y le tocó esconderse en el amplio espacio de las soledades. Eran de esos amores que se quedaron en el olvido o cuando una cometa con su largo hilo de sentimientos se pierde en el firmamento.
“Y el que cultiva engaño recoge traición, quien juega con amor hasta su amor olvida. Y yo de tanto jugar al amor, sin un amor he quedado en la vida”.
Después de esos recorridos por el campo fértil del amor que nunca lo han dejado quieto evocó uno de sus cantos titulado: ‘Volvamos a soñar’: “Firme es mi andar, voy con sigilo a paso lento, sueño contigo y es feliz mi despertar, porque en verdad es que este noble sentimiento vive conmigo y vivirá hasta mi final. Seguro estoy con ganas de llorar, no de dolor es de felicidad”.
El compositor guajiro ganador del concurso de la canción inédita del Festival de la Leyenda Vallenata en el año 1988 con la obra ‘Con el alma en la mano’, aseveró que con el trinar de un sonoro acordeón se olvidan las penas y el dolor.
Con este gran compositor se podría estar por días y días repasando sus cantos, sin poder dejar a un lado ‘Venceremos’, la radiografía de un amor que no lo detuvo nadie. “Es tan grande el amor que yo por ti siento, que hasta después de muerto volvería por ti”…
No quiso seguir contando sobre las diversas facetas del querer donde ha sido un soldado que ha perdido y ha ganado, pero si se acordó de aquel canto del juglar Abel Antonio Villa, repitiendo que no se moría todavía, sino cuando Dios lo necesite.
También citó una frase de Gabriel García Márquez que le mandó un amigo a raíz de este hecho. “Uno no se muere cuando debe, sino cuando puede, y el secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad”.