Es así, como con su voz ha sabido descifrar el rompecabezas que le han puesto los compositores y cuya fijación está en graficar en versos la aptitud de ese ser que por circunstancias de la vida les tropezó el corazón y los hizo beber, llorar y hasta los sacó de taquito.
En ese campo, el artista urumitero se ha desenvuelto como pez en el agua, y ha salido victorioso porque ha interpretado el sentimiento popular, ese que se la pasa dándole vueltas a la vida sin rumbo fijo, pero que tiene la virtud de causar las alegrías o las tristezas en el tiempo justo.
Es así, como sus seguidores no olvidan cuando teniendo como marco referente su propia inspiración cantó en el año 2006: ‘La que me quiere, la quiero’.
Yo no estoy pa’ rogarle amor a ninguna
la que me quiere, la quiero
ay la que me ame, la amo
la que me bese, la beso
la que me zafe, la zafo.
Después se apoyó en la historia original del compositor Aurelio ‘Yeyo’ Núñez, para decir que lo habían cambiado sin causa justificada, pero nunca a ella la iban a amar como lo hizo él.
Ayy yo sé que tu puedes
cambiarme por otro
fabricarle un pedazo de tierra
a un hombre tan noble igualito que yo
ayy yo sé que te atreves
a hacer el milagro,
y hasta hacer que te abrace y te bese
con esa ternura que siempre hice yo
y hasta ponerle mi nombre.
y hacer que te cante canciones
que te hable, y te cante en mi estilo tan original.
Entonces estando en la efervescencia de su carrera y queriendo continuar hurgando en el sentimiento que lo ‘perseguía’ por todas partes y con la complicidad del acordeonero y compositor Rolando Ochoa, no tuvo otra alternativa que sentarse en una cantina a escuchar a todo volumen los episodios de sus penas. Y pidió una buena cantidad de trago para intentar escaparse de ese amor que le parcelaba el corazón.
Hoy por una pena de amor me encuentro dolido
su recuerdo se ha convertido en algo terrible
más me duele porque fui yo quien causó tu olvido
por culpa de mis aventuras estoy muy triste.
Cantinero deme un trago, dos tragos, tres tragos,
y coloque esas canciones que ahogan las penas
no se extrañe si esta noche me ve usted llorando
mejor álcele el volumen, pa’ acordarme de ella.
En esos paseos del sentimiento adolorido apareció nuevamente la musa del compositor Aurelio ‘Yeyo’ Núñez y volvió a decirle a ese amor inolvidable que no lo comparara con nadie, pero con nadie.
Ay tu crees que soy para tí
una mancha negra de aceite en el agua
un pedazo de sal que amarga tu dulzura,
pero te equivocas.
Ay tu crees que yo soy para ti
un bloque de hielo que enfría lo caliente
ese rostro amargo y el tuyo sonriente,
pero te equivocas.
No había pasado mucho tiempo cuando el compositor Romualdo Brito, tocó a su puerta y sabiendo que venía de hacer unas exactas comparaciones, de esas que calcan el alma herida, se le hizo fácil decirle que no llorara porque ella era difunta, y que nunca se lo pondría más de ‘chercha’.
No sé cuántas veces le dije cambia por favor
Entre los dos veo más distancia que proximidad
siento que te me estas muriendo aquí en el corazón
Ya no hay química, no hay sabor, esto se va acabar.
Ahora, Silvestre Dangond regresa y nuevamente aparece el trago amargo, - glu, glu, glu -, ese que lo ha perseguido para su bien musical desde el inicio de su carrera.
Es así como el compositor guajiro Luis Egurrola hace que recuerde aquella época en que lloró a moco tendido evocando la sombra del amor viejo que ahora quiere volver, ese mismo que se ha estacionado en su pensamiento, pero no es posible porque el barco va mar abierto y con el cielo despejado.
Ay, no hay que humillar a nadie
en la primera entrada
ganarme y restregarme
la derrota en la cara
no trae nada bueno
eso te lo aseguro
porque al final nos vemos
y ahí el golpe es más duro sí
Yo sé que tú querías demostrarme a mí
de que yo sin tu amor no iba a ser feliz
pero te equivocaste, quizás nunca pensaste
de que un amor tan bueno me iba a conseguir.
Yo lloré por ti, cuando te fuiste tú
y cogí una botella y glu, glu, glu, glu, glu.
El artista nunca ha dado pistas de su fijación por esta temática de desamor, o por el famoso “Encoñe tan bravo”, pero en una ocasión le presenté la canción de mi autoría titulada: ‘Me robaron el alma’ y sonriendo confesó: “Ah, también estas puyao”.
¿Y al fin y al cabo, a quién el amor no lo ha tocado siquiera con su varita mágica, esa misma que permite hasta conocer el cuerpo por dentro?
Que difícil el camino del amor
si es extenso y cansador
y al final no hay nada.
Y que es triste es entregar el corazón
vivir con una ilusión
si al final acaba.
Yo quise de esa manera
y me robaron el alma.
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