París, 23 jun (SIG).
Al ser investido con el Doctorado Honoris Causa Paris 1, este viernes, el Presidente Juan Manuel Santos expresó que entiende esa exaltación como un reconocimiento “al empeño de los colombianos por alcanzar la paz en nuestro suelo”.
“Vengo con inmensa gratitud y también con humildad para recibir, en mi nombre y en nombre de mi pueblo, este Doctorado Honoris Causa que llevaré conmigo como el más preciado título”, afirmó el Mandatario en su discurso de agradecimiento en la Universidad Sorbona Paris 1, que lo honró por su trabajo en pos de la paz.
Sostuvo que el objetivo de la paz “se vio frustrado por mucho tiempo y que finalmente pudimos concluir con éxito, poniendo fin a una guerra absurda entre hijos de una misma nación”.
Así mismo, agradeció a Francia, a la Universidad de la Sorbona y a quienes “propusieron mi nombre para este grado honorífico, por hacer, en este humilde servidor, un homenaje a la paz de Colombia”.
El Jefe del Estado y Nobel de Paz 2016, recordó que “fueron más de 50 años de sangre y dolor; más de 50 años en que el Estado no pudo controlar efectivamente grandes porciones de nuestro territorio; más de 50 años que nos dejaron 8 millones de víctimas y 220 mil muertos”.
Dijo que hoy “hemos logrado poner fin al largo conflicto armado con las FARC y avanzamos en la compleja fase de implementación de los acuerdos”.
Al referirse a los conceptos de resiliencia y de dignidad humana, aseveró que “luego de medio siglo de matarnos entre hermanos, nuestro espíritu se había adormecido; de alguna manera estábamos empezando a perder la capacidad de compasión, la capacidad de sentir el dolor y el sufrimiento del otro”.
Aprendiendo a perdonar
El Presidente Santos señaló que en Colombia hay personas, como ocurre en muchas partes del mundo, que “prefieren la venganza a la reconciliación, la retaliación al perdón, la perpetuación del pasado a la construcción del futuro, pero son cada vez más los que comprenden o comienzan a comprender que la paz y la reconciliación son los únicos cimientos posibles para cualquier sociedad que aspire a ser libre, justa y próspera”.
A continuación afirmó con énfasis que por esos motivos “la paz en Colombia es hoy un proceso irreversible”.
Indicó los “colombianos estamos aprendiendo a perdonar, a convivir, a respetar las diferencias, a debatir sin violencia, a recordar sin condenar”.
Ello significa, continuó, que “aprendemos a ser humanos, verdaderamente humanos”.
En ese orden de ideas, el Premio Nobel de Paz exhortó desde la Sorbona “donde la razón encuentra su más alta cumbre, hago un llamado a que reconozcamos esta verdad elemental y –más importante aún– a que vivamos y nos comportemos conforme a ella”.
Puso de presente que reconocer esa humanidad común significa “ser tolerantes; abrazar y valorar la diversidad; tener compasión y comprensión frente a los sentimientos ajenos; creer que la fuerza del amor, en su más alta dimensión espiritual– puede ganar a la fuerza del temor, que se traduce en odio, discriminación y exclusión”.
Advirtió que el mundo del siglo XXI “enfrenta el flagelo del terrorismo, el problema de las migraciones, el renacer de la xenofobia, y la amenaza, incluso, de un conflicto nuclear, debe tomar la decisión correcta”.
Señaló, por último que “para eso somos libres: ¡para elegir!” y añadió que su elección es ser “libre, y humano. Igualitario y humano. Fraterno… y humano”.