Aquella vez, hace exactamente 40 años, la inspiración le llegó al compositorRoberto Alfonso Calderón Cujia unida a los pronósticos de las cabañuelas, pero no aplicada a los métodos tradicionales de predicción meteorológica de los campesinos, sino a que las lluvias de amor aparecieran pronto para sofocar el calor del olvido y darle la esperanza oculta en su pensamiento.