Por Juan Rincón Vanegas
‘El Flaco de Oro’, el mismo que se la pasaba caminando por los caminos agreste de Patillal, ese que no le tenía miedo a la distancia, así encontrara el olvido, una tarde no aquella de sus recuerdos donde entregó el corazón, le tocó salir corriendo para una clínica. Tenía grave dificultad para respirar y una tos persistente.