Bertha Rosario Mejía Acosta se mostró dispuesta a contar esa historia donde el amor tomó carrera casi sin pedir permiso. “Había asistido a la caseta de Rosario Maestre, en La Junta, con motivo de los carnavales, estando sentada y sin darme cuenta él se me acercó y me estampó un beso en la espalda. Yo tenía puesta una blusa de canastica. Le reclamé, y me dijo que le había provocado porque yo le gustaba”. Y continúa diciendo: “Todo siguió de coqueteo en coqueteo, cuando vinimos a darnos cuenta estábamos enamorados y emparejados. Con decirle que él no podía ir a mi casa, nos veíamos a escondidas porque mi mamá, Eugenia María Acosta, no lo aceptaba, debido a que era un pelao parrandero y no le veía ningún futuro”.
De esos amores que ella destaca como “algo verdadero, con esa inocencia de antes y que se hicieron más fuertes porque eran prohibidos”, nació Rosa Elvira, exactamente cuando el muchacho ‘Medes’, como ella lo llamaba, tenía 17 años, tres meses y 12 días de edad.
“La noticia del embarazo se la dije estando acostada en una hamaca, y él se alegró mucho porque vendría al mundo el producto de un bello amor que duró cinco años, que se fortaleció con bellos mensajes y versos que eran la vitamina para alimentar ese idilio que nació de un beso y que floreció en medio de las dificultades de aquellos tiempos, donde sus padres, Rafael y Elvira, fueron los grandes héroes para atenderme porque él estaba estudiando y no tenía plata”
“La alegría por el nacimiento de su primera hija fue grande, pero mi mamá Eugenia Acosta, no gustaba de él y nos veíamos a escondidas. Como será que un día tuve que volarme un ratico de la casa para que Diomedes conociera a Rosa Elvira y él le regaló unos areticos de oro. De eso sacó una canción que grabó Daniel Celedón”.
Historia inédita
En medio de la charla, Bertha Rosario cuenta una historia inédita cuando ella misma le contó a su ‘Medes’ que tenía una enamorada. “Le dije una vez, y en muchas ocasiones me insistió, hasta que le confesé que mi prima Patricia Isabel Acosta, estaba enamorada de él. Todo pasó tan rápido, cuando vi fue que se casó con ella, pero no me opuse porque era su decisión y me quedé con mi hija que ha sido el mejor regalo que Dios me ha dado. ‘Medes’ nunca me quedó mal, fue muy generoso conmigo y para él sólo tuve palabras de agradecimiento”.
En medio de su relato, expresa que su paso por la vida del artista, además de premiarla con una encantadora hija, dejó como testamento cientos de recuerdos que se escapan de su nido cuando escucha las canciones ‘Cariñito de mi vida’ y ‘El aguinaldo’, que nacieron en la época en que ella era la dueña del noble y enamorado corazón de ‘El Cacique de La Junta’, y hacía posible que sus poemas cantados se introdujeran por los recovecos de su alma. Bonita manera de conquistar a una mujer untada de amor.
Bertha habla de esa bella historia que vivió con “Medes”, como lo llamó siempre, ese joven humilde, detallista, tierno y que apenas daba cortos pasos en la música al lado de su tío Martín Maestre, quien era acordeonero y compositor.
Bertha cuenta esos momentos felices que vivió con Diomedes Díaz, a pesar de la oposición de su progenitora, y especialmente cuando escapaba para Carrizal a encontrarse con su amor.
Los ojos le brillaron y de un momento a otro el poder del corazón la traicionó y de sus ojos se escapó una lágrima que de inmediato atrapó con los dedos de su mano derecha. Se volvía a corroborar que los recuerdos nadie se los roba, no tienen ninguna contención y que surgen de la nada para tomar su verdadero lugar.
Reviviendo los recuerdos
Bertha, todas las noches se sienta frente al televisor para ver la telenovela de Diomedes Díaz, ‘El Cacique de La Junta’, donde ella también aparece con nombre propio e interpretada por la actriz Carolina Duarte.
“Desde el comienzo estoy viéndola y hay muchas cosas ciertas y otras de ficción que le han puesto, pero al fin y al cabo ha tenido total aceptación porque es la vida y obra del artista más grande que ha tenido el vallenato”.
Retrocede su memoria y dice: “Solamente quedan las historias que cada cual interpretada a su manera, pero lo cierto es que lo expresado con pelos y señales es la verdad de lo que sucedió en aquel tiempo”.
La telenovela sigue su rumbo y ella saca sus propias conclusiones, y con mayor énfasis recuerda hoy más que nunca al cantor campesino, el gran ‘Medes’, ese que ingresó a su corazón de la más manera más natural y con el verso que nunca olvida:
Quiero cantarte mi vida
y eso para mi es placer,
tu eres la mujer más linda
que he podido conocer.
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